ADIOS, VIEJO LOMAS
Tierra de Telomianes
Habitantes originarios de este suelo, los telomianes pertenecían a la familia tupí-guaraní. La tribu de Telomián Condié defendió su territorio de los invasores españoles, quienes, a partir de la segunda fundación de Buenos Aires, llegaron con un decidido espíritu de usurpación y conquista, más allá de la frontera con el indio. Los telomianes fueron derrotados en una sangrienta masacre que tuvo lugar en el Riachuelo de los Navíos, que desde entonces lleva el nombre de Matanza.
A partir del año 1580, por disposición del cabildo, la zona fue integrada a la jurisdicción de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires. Con la creación de las Alcaldías y el correspondiente reparto de tierras y campos, una de esas estancias sería adquirida por el capitán español Juan de Zamora, quien más tarde las vendería a la orden religiosa Compañía de Jesús, precisamente al Colegio de Nuestra Señora de Belén. Posteriormente, estas tierras quedaron bajo la posesión de las Juntas de Temporalidades tras la disolución de la orden por Cédula Real. Hacia 1778, fueron adquiridas en subasta pública por la Real Hacienda, destinadas para el uso y cuidado de la Caballada del Rey, convirtiéndose en la Estanzuela del Rey hasta los tiempos de la Independencia, cuando pasaron a manos del nuevo estado.
Los hacendados y pobladores que habitaban estas tierras no tardaron en solicitar al entonces gobernador de Buenos Aires, el general Martín Rodríguez, el título de propiedad que les correspondía por haber trabajado en ellas. Entre ellos se encontraba Don Tomás Grigera. La respuesta no demoró en llegar y el 14 de mayo de 1821 se resolvió la primera mesura y amojonamiento en el sitio que más tarde sería nombrado como Partido de Lomas de Zamora.
Distribuidas las parcelas y chacras, debido a la actuación precursora de aquellos fundadores, el asentamiento tomó una significativa relevancia, comenzando a delinearse el futuro del Pueblo de la Paz. Originalmente perteneciente al pago de la Magdalena, luego al Partido de Quilmes y posteriormente al Partido de Barrancas del Sur, del cual se desvincularon finalmente por iniciativa y movimiento vecinal que anhelaban la autonomía.
Ante la Cámara de Representantes bonaerense se presentó un petitorio de emancipación y creación de un nuevo partido. El proyecto fue reconocido y aprobado bajo sanción de la Ley N° 336, promulgada el 10 de diciembre de 1861.
El entonces independiente Partido de Lomas de Zamora, concebido por el tenaz trabajo de sus pobladores, comenzó una incesante transformación hacia el progreso.
Las lomas adquirieron un importante desarrollo a partir de la llegada del Ferrocarril del Sud. Se crearon las estaciones que propiciaron la aparición de tiendas comerciales en sus cercanías, y gradualmente llegaron los servicios de luz y gas. Se extendió el uso del correo en una amplia red de comunicaciones, comenzó la edificación de un templo, que con el tiempo sería erigido como la Catedral de Lomas, y se crearon escuelas, postas policiales, el edificio municipal y el Hospital Gandulfo.
Tierra de productivas quintas y chacras atravesadas por arroyos, de concurridos parajes y pulperías, cohorte de pequeños pueblos, morada de escritores, periodistas y reconocidas personalidades de la política y la cultura.
Han pasado 161 años desde entonces y nos alegra compartir el libro titulado "Adiós, viejo Lomas", escrito por el periodista e historiador lomense Juan José Manco e ilustrado por Oscar Luis Estévez. Este libro forma parte de la colección permanente de Biografía Básica Ilustrada del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora.
A través de sus páginas, el autor despliega su completa trayectoria periodística, haciéndonos parte de la rica historia lomense por medio de hechos históricos, anécdotas, figuras, costumbres y lugares amorosamente delineados por las tintas y grafitos de Estévez.
Extracto de la nota editorial de contraportada:
"...Adiós, viejo Lomas (...) invita a un retorno a las fuentes, a la vida y senderos de las antiguas "lomas", hacia un amable reencuentro con su identidad, esa identidad que cada pueblo debe tratar de mantener y reverdecer en función del porvenir, y por sobre todo en respetuoso resguardo de su tradición y cultura..."
Juan Manuel y Raúl Menéndez/ Editores
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