TELOMIÁN CONDIÉ, EL CACIQUE DE LAS LOMAS
El relato histórico "El Cacique de Las Lomas", publicado en la sección "Rumbeando Patria" del periódico Noticias de Lomas de Zamora entre 1991 y 1992, es una obra que nos transporta a la época de la resistencia indígena en el sur de Buenos Aires. Escrito por el periodista, escritor e historiador Juan José Manco, con las ilustraciones magistrales de Oscar Luis Estévez, este relato en nueve entregas semanales nos sumerge en la vida y lucha de Telomián Condié, el último cacique Querandí.
Telomián Condié se erige como un símbolo de resistencia ante las fuerzas de colonización y dominación encabezadas por Juan de Garay en 1580. Su valiente liderazgo y determinación en defensa de su tierra y cultura marcan un legado indeleble en la historia de la región.
Este relato no solo nos acerca a la figura del cacique Telomián Condié, sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar la memoria histórica y reconocer el legado de los pueblos originarios en nuestra sociedad actual.
El 28 de mayo de 2012 marcó un hito significativo en esta historia, cuando la escuela primaria y secundaria para adultos N°706 de Villa Fiorito, en el partido de Lomas de Zamora, fue rebautizada como Cacique Telomián Condié en honor al valiente líder indígena. Este acto simboliza el reconocimiento y la valoración de la cultura y resistencia de los pueblos originarios en la Argentina.
La Ciudad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires ha empezado a vivir. Alonso de Vera, enviado por Garay, lleva la noticia a España donde todo lo realizado por el fundador es aprobado. Comienza a crecer el caserío con el río al frente. Atrás el desierto, la infinita llanura, indios cuya fama y valor no desconocen los españoles; lagunas, arroyos, bañados y pajonales que son guarida del jaguar y el puma. La naturaleza se muestra hostil por todas partes. Pero ello no preocupa a los nuevos pobladores. Recelan, si, de la actitud que asumirán los dueños de la tierra. Han venido a ocupar sus dominios, su patria, que es la patria de sus antepasados. Son conquistadores y seguirán adelante. Impondrán la fuerza del imperio y hasta las fieras deberán obedecerles. Todo ha sido repartido de antemano, el suelo y los hombres, y el fruto del trabajo a que estos serán sometidos. Se “pacificará” y catequizará a los nuevos súbditos de la corona. Las primeras medidas de tipo militar pónense en marcha, pues el reconocimiento de los alrededores de la ciudad no debe demorarse. Con ese propósito, patrullas bien armadas se distancian algunas leguas de la ciudad, hacia el Norte, Sur y Oeste.
En las
costas del Riachuelo es descubierto un grupo de indígenas. ¿Son mansos..? ¿Opondrán resistencia al avance de los
blancos...? ¡Quien sabe!
En tanto,
en un sitio bastante apartado de la nueva población, deliberan Telomián y sus
capitanes. Revelan sus miradas la honda inquietud que los embarga; el
presentimiento, tal vez, del destino reservado a su raza, de su camino hacia la
esclavitud o el exterminio. Un gesto de
altivez y fiereza ensombrece el rostro de los valientes guerreros de las lomas
dispuestos ya a empuñar sus primitivas contra el blanco advenedizo y
prepotente. No siente temor por los
caballos de que los españoles hacen altanera ostentación. Muchos de ellos han aprendido a amansarlos y
montarlos. Las grandes manadas
cimarronas descendientes de las yeguas y potros dejados por Mendoza empiezan a
darles las alas con que volarán sobre la pampa.
Ahí están, Telomián y los suyos. A la expectativa, con la arrogancia y
serenidad del jaguar, en espera de la paz o la guerra que ha de proponer el
enemigo.
(Continuará)
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