Sombras nada más...
El año 1985 en Argentina representa un momento crucial y transformador en la historia reciente del país. Tras el oscuro y opresivo período de la dictadura militar que abarcó desde 1976 hasta 1983, Argentina se encontraba en un proceso de transición hacia la democracia. Este proceso no solo implicaba la restauración de las instituciones democráticas, sino también un profundo esfuerzo por sanar las heridas abiertas por los años de represión, desapariciones forzadas y violaciones a los derechos humanos.
La dictadura militar, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, dejó tras de sí un legado de terror y desconfianza. Durante este período, se implementaron políticas de persecución sistemática contra opositores políticos, intelectuales, artistas y cualquier voz disidente, lo que resultó en miles de desaparecidos y un clima de miedo constante. El retorno a la democracia en 1983, con la elección de Raúl Ricardo Alfonsín como presidente, marcó el inicio de un arduo camino hacia la justicia y la recuperación de la memoria histórica.
En 1985, uno de los hitos más significativos fue el Juicio a las Juntas, un proceso judicial sin precedentes en América Latina que llevó a juicio a los principales responsables de la dictadura militar. Este juicio no solo buscaba condenar a los culpables, sino también establecer un precedente de responsabilidad y rendición de cuentas ante la sociedad argentina y el mundo.
Simultáneamente, el país enfrentaba graves desafíos económicos y sociales. La inflación descontrolada, la deuda externa y la necesidad de reconstruir un tejido social devastado por años de autoritarismo requerían medidas urgentes y efectivas.
Alfonsín asumió la presidencia en medio de un desastre económico y una deuda externa abrumadora. Para enfrentar esta crisis, anunció el Plan Austral, una política de shock que reemplazaría los pesos argentinos con una nueva moneda, el Austral (₳), en una conversión de ₳1 a $1000. Inicialmente, este plan logró controlar la inflación y mantener la actividad productiva, pero colapsó en agosto de 1988 debido a una escalada inflacionaria.
El sucesor de Alfonsín, Carlos Saúl Menem, enfrentó una hiperinflación devastadora durante su mandato. La situación económica llevó a la emisión de billetes de altas denominaciones, como los de 500.000 australes. En un intento por estabilizar la economía, se implementó el Plan Bonex, que convirtió depósitos en bonos públicos (Bonex89).
Menem introdujo la Ley de Convertibilidad Nº 23.928, fijando una equivalencia de 10.000 australes por 1 dólar estadounidense y luego una paridad de 1 peso convertible por dólar, conocida como uno a uno. Este cambio económico incluyó medidas como la apertura al comercio exterior, la privatización de empresas públicas, la reducción del Estado y la flexibilización laboral. Estas políticas no evitaron las repercusiones de la crisis mundial, como el efecto Tequila, la crisis en Asia y las devaluaciones en Rusia y Brasil. La apertura comercial provocó el cierre de industrias nacionales, el aumento del desempleo y la pobreza, y una creciente desigualdad social.
En el año 1999, bajo la presidencia de Fernando De la Rúa, la crisis de la convertibilidad llegó a su punto crítico. Se firmó un blindaje multimillonario con inversores y bancos extranjeros para hacer frente a los pagos de deuda destinados al FMI, que impuso condiciones restrictivas.
Sin embargo, los resultados de estas medidas fueron insatisfactorios. Se produjo una masiva fuga de depósitos en todas las entidades bancarias del país, lo que reflejaba la falta de confianza en el sistema financiero. En este contexto, el ministro de economía, José Luis Machinea, renunció a su cargo. Ricardo López Murphy fue nombrado como su sucesor y anunció un plan de ajuste severo en áreas sensibles como salud, educación y previsión social.
López Murphy también presentó su renuncia después de solo 15 días en el cargo, lo que marcó el retorno de Domingo Felipe Cavallo al Ministerio de Economía. Cavallo, junto con sus asesores Guillermo Mondino y Federico Sturzenegger, presentó el Plan de Déficit Cero en noviembre. Este plan implicaba medidas de encaje económico que restringían la capacidad financiera de la población, lo que a su vez enfrió el consumo y paralizó tanto el capital como el trabajo. Estas decisiones profundizaron la crisis económica y social en Argentina.
La situación culminó en el corralito, con restricciones en los retiros de dinero y una crisis social sin precedentes. Las protestas populares, los cacerolazos y la represión gubernamental marcaron el trágico diciembre del 2001, cuando el presidente De la Rúa abandonó la Casa Rosada tras días de caos y violencia, dejando una profunda herida en la historia argentina.
En la nota de investigación publicada en el Periódico lomense Noticias de Lomas en 1986, la periodista Adriana Ayrám y el ilustrador Oscar L. Estévez detallan las condiciones de la época. Esta crónica pinta un cuadro vívido de la realidad de entonces, marcada por la falta de servicios básicos, recursos escasos, deudas abrumadoras, problemas sociales persistentes, la circulación de pseudo monedas y la búsqueda de "soluciones definitivas". Estos temas, lamentablemente, siguen siendo relevantes en la actualidad, lo que nos invita a reflexionar sobre cómo se han abordado y qué cambios se han logrado desde entonces.
Sí, la vemos; hemos observado la misma escena repetirse una y otra vez, sin cambios en el guion. Siempre recordando, incluso cuando solo tenemos una tenue luz para guiarnos, que la mirada atenta es nuestro norte, sur, brújula y faro…en este caso un farol.
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