11 de octubre último día de libertad de los pueblos originarios de América
El 11 de octubre es una fecha que marca el último día en que los pueblos originarios disfrutaron de libertad antes de enfrentar la dura realidad de la conquista y colonización de América, un periodo marcado por genocidio, etnocidio y saqueo. Durante décadas, el 12 de octubre fue celebrado como el día en que Colón "descubrió" América, conocido en muchos países americanos como el "Día de la Raza" o en España como el "Día de la Raza Española", evolucionando más tarde a "Día de la Hispanidad" y finalmente a "Fiesta Nacional de España". Sin embargo, esta fecha no representa motivo de celebración, sino una oportunidad para la reflexión profunda.
Gracias al trabajo consciente de organizaciones no gubernamentales y las ciencias sociales, esta fecha ha evolucionado hacia una mirada más respetuosa y acorde a los valores expresados en tratados y declaraciones de derechos humanos, reconociendo la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos y rechazando la noción falsa y despectiva de las "razas" que alimenta el racismo.
En diferentes países, esta fecha ha sido renombrada para reflejar estos valores. En Argentina se celebra como el Día de la Diversidad Cultural, en Chile como el Día del Encuentro de los Dos Mundos, en Uruguay como el Día de la Resistencia Indígena y Afrodescendiente, en Ecuador como el Día de la Interculturalidad y la Plurinacionalidad, en Colombia Día de la Diversidad Étnica y Cultural de la Nación Colombiana, en Bolivia Día de la Descolonización, en Venezuela Día de la Resistencia Indígena y Descolonización, en Perú Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural y México Día de la Nación Pluricultural; entre otros nombres que honran la diversidad y la resistencia de los pueblos originarios y afrodescendientes.
Comparto la segunda entrega de "El Cacique de Las Lomas", un relato histórico publicado en el periódico Noticias de Lomas de Zamora entre 1991 y 1993. Esta obra escrita por Juan José Manco e ilustrada por Oscar Luis Estévez nos sumerge en la historia de Telomián Condié, el último cacique Querandí que lideró la resistencia contra la colonización en las tierras del sur de Buenos Aires, una historia que resalta la importancia de la memoria histórica y el reconocimiento de las luchas de los pueblos originarios.
"Los indios querandíes que habitaban las zonas próximas al lugar donde se habían levantado en 1536 la precaria población de Santa María del Buen Aire, efímero intento de colonización del Plata llevado a cabo durante el trágico primer adelantazgo de Pedro de Mendoza, guardaban memoria en los tiempos de la definitiva fundación por Garay, en 1580, de la soberbia de los españoles, de la forma desleal con que habían retribuido su amistad, y del castigo a sangre y fuego que pretendieron imponerles al negarse a aceptar la servidumbre. En el combate el 15 de junio de aquel año, día de Corpus-Christi, sufrieron las consecuencias de su “indocilidad”.
El arcabuz,
y el acero toledano de las espadas españolas, hicieron estrago en las filas de
los broncíneos guerreros indígenas. Pero también la bola perdida, la lanza y el
dardo querandí, sembraron la venganza y la muerte cobradas con la vida de Diego
de Mendoza, Pedro de Luján, Galaz de Medrano y otros valientes capitanes y
soldados.
Cuarenta y
cuatro años después del día en que Domingo Martínez de Irala y Alonso de
Cabrera borraron lo que había quedado de Santa María del Buen Aire para
centralizar en Asunción del Paraguay las
tareas del “poblamiento” y gobierno de nuestras regiones litorales, los hombres
de la conquista volvían a las riberas del Riachuelo de los Navíos. El vizcaíno
Juan de Garay daría nacimiento a Buenos Aires. Lugartenientes fogueados en las
guerras de la conquista y “hombres de la tierra”, criollos, altivos exponentes de una raza nueva y
valerosa, lo acompañaban en su marcha hacia el Plata. Las tribus alerta, con el alma y fiereza del
querandí libérrimo, oteaban el horizonte viendo brillar al sol las bruñidas
corazas y yelmos de los blancos sin miedo.
A la vera
de los arroyos, lagunas, bañados y llanuras circundantes salpicadas de montes
de tala, ombúes y cortaderales, se reunían en consejo los dueños del país, los
indómitos guerreros que iban a disputar palmo a palmo al enemigo, a lo largo de
tres siglos, la inmensidad de las pampas nativas. Cerca corrían las cristalinas
aguas del río en cuya desembocadura habían muerto los sueños de Mendoza. Ya se ha espiado la llegada de los españoles,
la ceremonia de la fundación y los aprestos bélicos del nuevo invasor. El sol
empieza a ocultarse tras las ariscas elevaciones contorneadas de verde que
rompen la monotonía del paisaje. Telomián, el cacique de las lomas, torvo el
semblante, clavada en el horizonte la mirada, palpitante el corazón ante el
venerado recuerdo de los padres de su tribu, va a aceptar con intrepidez el
desafío."
(Continuará)
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